miércoles, 27 de junio de 2012

Se suponía que íbamos a envejecer juntos.

Perdón por decir todas esas gilipolleces que dije, sobre que te quería hacer daño y esas mierdas. Le prometí a alguien que te devolvería una a una las putadas que me hiciste, hacer todo lo posible para que pasaras por lo que pasé yo, y hacer todo eso sin pillarme. Ahora es cuando me doy cuenta de que lo prometido no es deuda, porque no lo he conseguido. Estoy más pillada que nunca, más pillada que por nada ni nadie.
Ha pasado mucha gente por mi vida, y si se han marchado o los he olvidado, éso es algo en lo que ni siquiera pienso. Y de toda esa gente ni una se parecía a ti, nadie pasaba de mi como tú lo haces, nadie llevaba los pantalones por la rodillas, nadie tenía esas dilataciones, nadie tenía esa sonrisa.
Nos empeñamos en querer a la gente que más daño nos hace, nos ilusionamos de dos putas palabras que a saber a quién más se las dice, nos enamoramos de sonrisas que a lo mejor no se deben a nosotros.
Quizás sea porque es tiempo de autodestrucción.
He pasado muchas noches buscando besos que se parecieran a los tuyos, pero ni uno joder.
Me corro cuando pasa un tio por mi lado que lleva tu perfume, me viene ésa imagen tan tuya, con los pantalones por las rodillas, tu tatuaje encima de una de ellas y viniendo hacia mí con ésa puta sonrisa, como si todo fuera posible.
Me gustaría saber qué sentiste exactamente en nuestro último abrazo, me gustaría saber cómo en dos putas semanas ya tienes otra gilipollas a la que follarte.
¿Porqué no existen tumbas de dos? Amamos lo que perdimos, queremos lo que envenena, y así nunca salen las cuentas.



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